Erase una vez… un adolescente del S.XXI que era capaz de ver la televisión mientras colgaba fotos en su facebook con el portátil; le enseñaba a su abuela a hacer la compra por Internet; hacía amigos en todo el globo a través de las redes sociales; se ayudaba de la Red para realizar sus trabajos académicos; y comentaba por mensajería instantánea con sus amigos una webserie que veía en el smartphone mientras iba en bus al instituto. Las innovaciones en telecomunicaciones no eran ningún secreto para él, ni representaban ningún esfuerzo.
Pero una vez traspasaba las puertas del centro el muchacho entraba en un universo paralelo dónde el tiempo se había detenido. Y en aquel tiempo le hacían salir a la pizarra y le daban una tiza para resolver un problema. La confusión invadía al chaval, que no entendía y pensaba: «¿por qué no hacerlo desde un tablet que podríamos tener todos con un escritorio común y conectados a una red social, pudiendo compartir la información, y acceder a los contenidos formativos alojados en la nube? «. Cuando salía y volvía al mundo actual y su madre le preguntaba: «¿Qué tal te ha ido en el instituto?», el adolescente respondía: «puff, como siempre, un rollo». Ese es el problema, que la educación sigue siendo «como siempre», pero los estudiantes no se forman en «el mundo de siempre».
Estos chavales que viven una doble vida y viajan en el tiempo a diario, en el colegio/instituto/universidad, es la denominada generación 2.0. Es como si a nosotros nos hubieran dado un papiro, una caña y un bote de tinta cuando en casa utilizábamos papel y boli, o un ábaco en vez de una calculadora. Es absurdo.
¿Es que no hay nadie interesado en mejorar la enseñanza y reducir costes? No, perece que es más fácil recortar gastos que hacer las cosas bien y utilizar la materia gris. Pues eso es lo que está pasando y los nativos digitales exigen cambios profundos en el modelo educativo tradicional, donde el profesor «vomita» la información y el alumno, normalmente de forma pasiva, toma apuntes. Estos chavales viven la web 2.0, la web social, de una forma natural, lo que se traduce en mayor colaboración, participación, interactividad, uso de herramientas/dispositivos/recursos digitales y virtuales, investigación, intercambio de información… Una educación en comunidad, ¡caramba!
El software social ya se ha arremangado para dar soluciones, no sólo para la educación sino también para la formación en las empresas, cada vez más necesaria porque hoy más que nunca se hace real la frase de «nunca se deja de aprender», o más bien «nunca se debe dejar de aprender». Utilizar las redes sociales en el ámbito educativo y formativo es simplemente inevitable porque de lo contrario lo que tendremos es un montón de estudiantes desmotivados. No interesa.
En este sentido las redes sociales corporativas representan un nuevo entorno desde el que impulsar el aprendizaje ya sea para centros educativos, instituciones de formación, empresas que crean entornos corporativos de aprendizaje para sus empleados… Estos softwares sociales aúnan el tradicional e-Learning (portal al que acceden los alumnos y profesores y dónde se alojan los contenidos con herramientas de participación como los foros o el mail) y la web 2.0. El resultado, un entorno en el que compartir y construir los propios conocimientos con los demás, e-Learning 2.0.