Smart City (ciudad inteligente) es un concepto del que oiremos cada vez más. Poco a poco se va tejiendo una enorme red de redes en las ciudades que conecta de forma creciente sensores, dispositivos, objetos, personas, administración pública, infraestructuras… Generando un gran volumen de datos en tiempo real cuyo análisis se convierte en información para la propia red, las administraciones y los ciudadanos. De esta forma la ciudad adquiere una «inteligencia» para autogestionarse, con el objetivo de hacerse más eficiente en todos sus aspectos, al mismo tiempo que facilita información a sus habitantes y administración pública para ser también más eficientes.
La conectividad y la convergencia son las palabras claves dentro de este concepto, todo esta interconectado y relacionado con el fin de crear una inteligencia que aborde los problemas actuales y futuros del ámbito urbano. Las previsiones de crecimiento de la población en las ciudades exigen afrontar problemas crecientes en cuanto a la gestión de recursos, la provisión de servicios públicos, la gestión de la información, de la movilidad urbana (transportes públicos) y del tráfico, así como a la eficiencia energética y en general a la sostenibilidad.
Una ciudad donde todo y todos están interconectados es un espacio capaz de «escuchar» y «comprender» lo que pasa dentro del ámbito urbano que, junto al uso de técnicas analíticas avanzadas, le permite adoptar decisiones más acertadas, prevenir problemas futuros, y proporcionar la información y los servicios según las necesidades de sus habitantes.
Las ventajas de que nuestras ciudades sean cada vez más «inteligentes» implican:
- Una reducción del gasto público al gestionarse más eficientemente los servicios públicos.
- Mayor eficiencia energética y ahorro del gasto público y privado en energía. Lo que favorece la sostenibilidad.
- Ofrece soporte a la toma de decisiones porque identifica las necesidades de la ciudad y plantea soluciones
- Favorece la innovación, el intercambio de ideas, de negocios, en resumen, el desarrollo social
- Ofrece información en tiempo real, lo que permite a los ciudadanos ser más responsables y eficientes en su consumo y uso en relación con la ciudad, al mismo tiempo que hace más transparentes a las administraciones públicas porque la información de la ciudad se democratiza y sus ciudadanos tienen mayor participación en las cuestiones públicas.
Las smart cities comportan un aumento de la interactividad entre todos sus actores (la red urbana, los ciudadanos y las empresas, y las administraciones públicas). La interacción con la ciudad hace que ésta sea más eficiente, interactiva, atrayente, adaptativa y flexible acercando de esta manera a todos sus actores.
Pero no nos engañemos, el futuro no está tan lejos, cada vez llega antes, y poco a poco esta ciudad inteligente irá creciendo. De momento, nuestro instrumento para interactuar con esa smart city ya los tenemos muchos/as de nosotros/as, los smartphones, tabletas y dispositivos móviles con acceso a Internet. También, una base sólida y con garantías sobre la que construir esa ciudad, la nueva versión de Internet, IPv6, y el desarrollo de la Internet de las cosas. Además, una gran proliferación de aplicaciones y servicios online desde las AAPP, y desde el ámbito privado y corporativo que van multiplicándose e integrándose.
Las ciudades inteligentes serán las ciudades del futuro, pero eso no quiere decir que el futuro esté muy lejos. Pensemos… hace diez años cuando se popularizaron los teléfonos móviles, ¿no nos parecía de ciencia ficción la posibilidad de ver desde un bar donde te tomas un café, por ejemplo, un vídeo que acaba de grabar un amigo tuyo en Japón, donde está en ese momento de vacaciones? Ahora esto es posible de forma masiva.
¡¡Que cuando el futuro pase por nuestro lado, no nos pille mirando hacia otro sitio.!!